domingo, 25 de mayo de 2014

Demasiado azul.

40 años de investigación empírica y diversas imágenes proporcionadas por la NASA parecen anunciar lo peor; el deshiele de los glaciares de la Antártida es imparable e irreversible.

Tom Wagner, científico climatólogo estadounidense asegura para la el periódico “El Mundo” que se ha cruzado un umbral crítico y que incluso disminuyendo la proporción de gases contaminantes emitidos a la atmósfera únicamente se logrará disminuir el lapso de un proceso imparable.

El deshielo existe debido a que corrientes marinas de agua caliente se filtran por debajo de los glaciares, deshaciéndolos a una velocidad de dos kilómetros por año desde hace cuatro décadas. La existencia de estas corrientes marítimas es el resultado de un calentamiento anormal de la superficie marítima, que dicho sea de paso es causante de una disminución catastrófica del fitoplancton; principal fuente de alimentos para la vida marina. Este aumento de la temperatura puede deberse tanto a la intervención humana como a factores relacionados con la evolución geográfica del planeta.

Una vez que se complete el derretimiento de los seis glaciares más grandes de la Antártida el nivel del mar podría elevarse en promedio cuatro metros, dejando bajo el agua a ciudades como Venecia, Toronto, Singapur y Sídney, a parte de las zonas costeras de baja altura (las zonas a lo largo de las líneas costeras que se elevan menos de 10 metros sobre el nivel del mar)que suponen el 2 por ciento de las tierras del mundo, pero acogen sin embargo al 10 por ciento de la población total y al 13 por ciento de la población urbana del mundo; sin olvidar a las decenas de islas-naciones que se hundirán, países enteros que tendrán que huir.

Por otro lado el aumento en la proporción de aguas dulces en los océanos desviaría las saladas corrientes cálidas que alimentan el Mar Mediterráneo y el Atlántico Norte, dando como resultado una disminución abrupta de los recursos pesqueros, afectando el abastecimiento alimenticio de ciudades enteras.

Redondeando todo lo anterior concluimos que sí, es cierto, el cataclismo se avecina sobre la Humanidad. Sobre pueblos y naciones enteras pertenecientes a una especie que no supo encontrar un equilibrio entre el deseo y la vida. Sí, el Hombre se hundirá, cual Atlántida decadente, bajo su propia avaricia y maldición.

El proceso de deshielo durará entre 200 y 500 años, suficiente tiempo tenemos para salvarnos. Aun siendo posible que ya ningún humano exista para lamentar a sus ancestros. O esperanza o agonía.



jueves, 1 de mayo de 2014

El mal Santo.

27 de Abril, el día en que fueron canonizados los papas Juan Pablo II y Juan XXIII, el día en que ellos recibieron el más alto premio que la fe católica pueden otorgarle a religiosos de tal categoría; fueron nombrados Santos por la Iglesia Católica de Occidente.

Por esta vez dejemos de lado el caso de Juan XXIII, que será caso de otro artículo, y concentrémonos en la polémica que encerró el pontificado de Juan Pablo II.

En este espacio reconocemos que ningún ser humano es perfecto y que cada persona comete errores y aciertos, algunos justificables, otros no tanto. Sin lugar a dudas es imposible pensar en el Catolicismo de la segunda mitad del siglo XX sin recordar algunos de los más sonados casos de pederastia, entre los cuales el más famoso es el del sacerdote mexicano Marcial Maciel, quien es responsable de innumerables abusos sexuales a miembros de su organización la “Legión de Cristo”.

Existen evidencias de acusaciones en su contra por abuso sexual desde mediados de los años cuarenta e inicio de las cincuenta no obstante sería hasta su fallecimiento en 2008 cuando estos ser harían públicos y se aceptaran por la jerarquía católica y posteriormente los miembros de las organizaciones que fundó.
En 1997 varios miembros de la Legión de Cristo mandarían una carta al Papa Juan Pablo II denunciando maltratos sexuales por parte del susodicho sacerdote y la negligencia de las autoridades eclesiásticas por resolverlo. Acerca de este caso la antropóloga María Paloma Escalante comentaría al respecto:

Maciel argumentaba que padecía de una extraña enfermedad que los niños podían ayudar a aliviar; que se necesitaba una muestra de semen para un examen y un «ayudante» para extraérselo. Argumentos increíbles y ridículos para un adulto pensante, pero que fácilmente enganchan a un niño o a un adolescente que confía en el padre y le confiere autoridad moral, que incluso incluye hasta el poder pedirle que haga cosas que él no entiende o no le parece que sean buenas; que confía en que si el padre las dice es que deben ser buenas. Este es exactamente el tipo de confianza que deposita un hijo en su padre natural, quien le da indicaciones de hacer cosas «por su propio bien", aunque "ahora no entiende, pero ya entenderá", etcétera.”

En 2004 Joseph Ratzinger, prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe y futuro Papa, iniciaría una investigación contra Marcial que duraría hasta el año 2006 cuando sería cancelada bajo el argumento de la avanzada edad y “quebrantada” salud del clérigo, no sin antes prohibírsele por órdenes papales volver a ejercerse como sacerdote.

Maciel fallecería a los 87 años de edad un 30 de Enero del 2008.

Apenas en 2010, dos años después de su fallecimiento, la Legión de Cristo aceptaría las acciones de quien fue su líder, al mismo tiempo el Vaticano sacaba un veredicto del caso aceptando que  “los gravísimos y objetivamente comportamientos inmorales” de Marcial Maciel habían sido “confirmados por testimonios incontrovertibles”.

Pero los escándalos sexuales no fueron el único “pecado” del ahora Santo. Existieron situaciones que si bien no fueron tan sonadas y mediáticamente comerciales igual es necesario analizarse para obtener un perfil de lo que fue su pontificado lejos de la comercialización de la popularidad latina que la fe le otorgó.

Podemos mencionar la protección a dictadores como Pinochet o Fidel Castro, a los cuales jamás se oyó en boca del Papa una palabra de condena, llegando incluso a la cínica actuación de fotografiarse con el gobernante chileno, el cual, por cierto, dejaría tras su mandato más de 30 mil muertos.

No olvidemos que más que un líder religioso el Papa es también un líder de Estado, sí, absolutista, pero líder de Estado de final de cuentas y como tal debe respetar el derecho internacional y la soberanía de las naciones, cosa que no hizo si investigamos acerca de la presión que ejerció en Nicaragua tras triunfar la revolución Sandinista para ampliar el poder de la Iglesia, o incluso el poder que obtuvo en México dónde logró eliminar parcialmente la Leyes de Reforma acerca de los bienes y posesiones de la Iglesia, amenazando con gestar las situaciones que en el siglo pasado dieron paso a la Guerra Cristera, un conflicto armado entre las organizaciones eclesiásticas y el gobierno Mexicano.

 Juan Pablo II es probablemente el causante de la rápida propagación del VIH-SIDA, sí, es difícil de crees hasta que te percatas de la influencia que su palabra tiene y de que siempre, desde el inicio de su mandato, condenó de la manera más rotunda el uso de preservativo. Resulta increíble que un líder con la responsabilidad social como lo es el Papa se niegue a promocionar el uso de un objeto que le habría de salvar la vida a miles de personas, y más increíble aún es que lo nombren Santo.


Ahora es cuando uno se pregunta acerca de la moralidad de la Iglesia Católica, a qué calidad de personas se santifican como “ejemplos de vida”. Ahora ya tenemos a un “santo” que fue factor determinante en la propagación del SIDA, que apoyó dictaduras, que luchó y logró aumentar su poder. Esa es la clase de personas que el catolicismo considera “Santos”. Pero no podemos esperar otra cosa, Juan Pablo II es una celebridad muy popular en América Latina y el mundo, un ícono para una Fe vieja y en constante crisis, una Fe que necesita urgentemente re-crearse para subsistir en un mundo entregado a la tecnología y el progreso.

La canonización de Juan Pablo II es un acto propagandístico de una doctrina que sucumbe ante el tiempo, el nuevo Santo representa un esfuerzo bíblico por sobrevivir, un esfuerzo que lleva años planeándose, pues fue el mismo ex Papa quien redujo el tiempo de canonización de 30 a 7 años, fue él quien sentó las bases de lo que ahora es el patíbulo de la Religión y suyo propio.